El pasado 6 de agosto entró en vigencia la nueva Ley de Alcoholes.
Un cuerpo legal bastante más restrictivo que el anterior y que busca a grandes rasgos, regular la publicidad y revertir el consumo de los menores de edad.
Además, busca incorporar en los envases y en la publicidad leyendas que adviertan sobre los efectos del alcohol en la salud; y estimular el cumplimiento de las normas de la ley sobre expendio y consumo de bebidas alcohólicas.
Como todo nuevo reglamento, han surgido dudas. Y una de las principales dice relación con que no existe claridad si los menores de 18 años pueden entrar o no a restaurantes donde se vende alcohol.
En su artículo 29 se lee. “Prohíbase el ingreso de menores de dieciocho años a los cabarés, cantinas, bares y tabernas. Prohíbase, asimismo, el ingreso de menores de dieciocho años a las discotecas cuando en ellas se expendan bebidas alcohólicas”.
El texto agrega que el “administrador o dueño, así como quien atienda en ellos, estará obligado a exigir la cédula de identidad a todas las personas que deseen ingresar”.
¿Claro…o no?
“Un lugar que tenga patente de restaurante y, además, de bar, por ejemplo, sí permite la entrada de menores. Eso nunca ha estado prohibido, explicó a LUN el director del Senda, Carlos Charme.
Básicamente se trata de sentido común, ¿no?
El “problema” radica en la superposición de algunas patentes. Por ejemplo, The Jazz Corner, en Providencia es un restaurante familiar para ir a almorzar. Sin embargo, también tiene patente de cabaré debido a que por la noches realiza shows en vivo.
“Con esta normativa estamos expuestos a que los fiscalizadores interpreten esto de manera arbitraria y ahí ya no hay nada que hacer porque con la multa vas al juzgado de policía local y el juez podría ser un poco más criterioso, pero la multa ya está”, dicen desde el local.
Opinión similar tiene Máximo Picallo, presidente de la Asociación Chilena de Gastronomía.
“Si hablamos de un cabaré, podemos encontranos con un local que realiza shows de cueca. Nuestra Ley de Alcoholes es tan mala que a un restaurante en el pasado, cuando tenía música en vivo, con huasos, por ejemplo, se le exigía tener patente de cabaré o bar. Lo que tenemos es una ley mala y con un criterio de fiscalización también equivocado.
“Creemos que es momento de ordenar esto”, dice.
A juicio del abogado Claudio Sepúlveda, estas lagunas o partes de la ley que se pueden prestar para malos entendidos o arbitrariedades, el Ejecutivo las debe resolver mediante un reglamento “que interprete la norma”.
Por el momento solo queda esperar que prime el sentido común y se respete el espíritu de la ley.