Danza democrática: este fue uno de los conceptos que Trisha Brown, bailarina estadounidense, quiso crear y expandir en el mundo de las mallas y los zapatos de ballet.
Cuando aún la danza era concebida como la perfección de los movimientos, la rigidez de la técnica y la majestuosidad absoluta, apareció esta joven, en plenos años 60 en Nueva York. Creando y validando la famosa improvisación.
Trisha Brown fue pionera en pensar la danza como una manifestación artística para todos y todas, realizando performance en la calle y a pies descalzos. Sin grandes teatros ni trajes largos.
Una locura para la época, que luego se convirtió en lo que conocemos como danza postmodernista.
Desde pequeña Trisha Brown comenzó a entrenarse como bailarina y aunque estudió con los más prestigiosos profesores, siempre estuvo llamada a salirse del molde.
Ella mismo lo dijo: “Siempre estoy tratando de empujar hacia delante y fuera de los límites de lo que conozco”, frase que refleja fielmente lo que fue su carrera: una constante transformación, convirtiéndose en una de las bailarinas más vanguardistas de todos los tiempos, revolucionando la danza y luchando por la libertad del movimiento del cuerpo.